Los mexicanos pintados por sí mismos, publicado en 1855 es una singularidad bibliográfica. La obra representa los personajes típicos de la sociedad mexicana del siglo XIX y constituye un valioso cuadro de costumbres de la época. En ella se plasman, a través de ingeniosos textos y magníficas litografías, treinta y cinco personajes emblemáticos, como el jugador de ajedrez, la partera, el músico de cuerda, la casera y el pulquero. Gracias al destacado trabajo gráfico de los litógrafos Hesiquio Iriarte y Andrés Campillo, autores de las láminas que complementan el texto y adquieren un carácter narrativo, la obra constituye una espléndida muestra de la iconografía mexicana.